lunes, 14 de octubre de 2019





Prólogo


Soy Antonio, me presento
a lectores y a poetas,
mis letras puede que escuetas
las cultivo con aliento.
Los versos son alimento
para mi hambre muy frecuente,
sembrados son en mi frente
con surcos de autodidacta,
ese fruto se redacta
del corazón a la mente.

En esta obra solamente
dejo parte de mi impronta,
y algún verso se remonta
a mi clásica incipiente.
Libre fue aquel, hoy frecuente,
preámbulo literario.
Adornan el poemario
figuras muchas prestadas 
del mundo fueron sacadas
para ornar este escenario.

Se hace entonces necesario
 presentar estos poemas
como un todo de mis temas
que irán después del glosario.
Si en parte del escenario
algún verso se mostrara
y su luz iluminara
mi conciencia y mi entender,
haría desaparecer
todo aquello que sobrara.

El primero que creara
allá por el 2008
fue en un noviembre 28
que a mi pueblo dedicara.
Aunque tarde comenzara
mi afición por la escritura
siempre tuve en mi lectura
a los clásicos poetas,
que a mis sueños y a mis metas
guiaron con su cultura.

Este mundo de locura
necesita poesía
de buena filosofía
y de una inmensa cordura.
Por ello literatura
sinónimo es a conciencia,
la humanidad en la ciencia
busca sus satisfacciones,
el estro a los corazones
les guiará en su creencia.

Mientras tanto en apariencia
el poeta en la impostura,
los hechos los transfigura
y bebe de ella su esencia.
Por ello con la experiencia
y otras con razonamiento
hará de cualquier momento
causa de la poesía
y vestida de armonía
reflejará el pensamiento.

Décimas a Madrid


Madrid, entre corte y villa
estrellas y rascacielos
iluminan sus anhelos
en el centro de Castilla;
tan gentil como sencilla
acoge con dignidad
al que busca libertad,
bastándole esa razón
para que a su corazón
le seduzca esta ciudad.

Transformadora de sueños
en deseos, en bonanzas,
en fracasos o esperanzas,
de todos los madrileños,
unos logran sus empeños
dando su capacidad,
otros con tenacidad,
esfuerzo y aportación
y con toda su ilusión
hacen de ello potestad.

Encrucijada y camino
tan posible de alcanzar,
a nadie han de preguntar
el lugar de donde vino,
ni el motivo, ni el destino.
Al llegar y ver su cielo
encuentran en él consuelo,
unos ponen sus empeños,
otros la ilusión y sueños
buscarán con ansia y celo.

En ti se han de aglutinar
los momentos y parajes
enriquecidos bagajes
difíciles de igualar.
Un Habsburgo del lugar
hizo un palacio real
y su corte y capital
en esta urbe restauró,
aquí un imperio instauró
y un gobierno colonial.

Paseando se ha de ver,
Latina, el barrio Imperial,
Sol, Mayor con Arenal,
y la plaza Oriente al ser
la zona que ha de acoger
el templo que es catedral.
En el Palacio Real
los gobernantes insólitos
con muchos de sus acólitos
del foro hacían corral.

Altiva se puede ver
la puerta abierta orgullosa,
en calle Alcalá reposa
pues Carlos III al ser
y como alteza ejercer
de mejor alcalde y rey 
hizo con su venia ley
del despotismo ilustrado
y al Esquilache malvado
el monarca hizo virrey.

En el Museo del Prado
la historia plasmada está,
en cuaderno quedará
dibujos que en el pasado
Goya en papel ha dejado,
Picasso y Juan Gris abstractos,
Murillo y Greco retratos,
Tiiziano renacentista,
Velázquez supremo artista
y otros igualmente gratos.

Alguna sala también
su prestigio avalaría,
el Thyssen, Reina Sofía,
el de Cera está muy bien,
el Sorolla o el del Tren
y quizás alguno más,
aprovechando además
a un paseo por Retiro
mientras se escapa un suspiro
evocando el tiempo atrás.

Hasta allí las cortejaban
los galanes de postín
con sombreros de bombín
brunas levitas mostraban,
castizos briosos bajaban
desde Atocha o Chamberí
en busca de su gachí,
con palpusa, safo al cuello,
algún chulapo o plebeyo
o quizás algún cañí.

Cuando damas en verano
subían desde Vistillas
con sus vistosas sombrillas
de encaje y tul artesano,
en su vestir cotidiano
luciendo percal o blao
con el mantón alfombrao,
pañuelo y clavel en pelo,
cada cual con su modelo
hasta Gran Vía y Callao.

Cercano del Ángel Caído
junto al Palacio Cristal
hay un estanque central,
que algún grumete y cupido
cual bajel su recorrido
por el lago principal
con aires de mariscal
a las damas las invita
en barca a una visita
por mares del madroñal.

¡Oh Cibeles, Madre Tierra!
en deidad te has de erigir
tu fuente quiso vivir
la gloria que en ella encierra,
bandera que mano aferra
en noches de exaltación
triunfos de blanca afición
con oda y con epopeya,
a ti han de honrar Diosa bella
cuando suena el alirón.

Junto al Paseo del Prado
altanero con tridente
en su plaza con su fuente
el dios del mar alabado,
la afición le ha dedicado
triunfos, tal vez fuesen gestas, 
con algarabía y fiestas
a Neptuno Dios ufano
del mar azul soberano,
roja y blanca fue su apuesta.

Si un atajo has de buscar
y ver el azul del cielo 
sin necesidad de vuelo
donde poder observar,
atento se ha de mirar
desde su piso más alto
las marcas que hace el asfalto
y que pintan la ciudad,
nos muestran su enormidad
y algún que otro sobresalto.

Tormenta en el Alto Rey


Cuentan que en el Alto Rey
y la historia así acredita
que el cielo se encapotó
al inicio de una Misa,
truenos y rayos quisieron
malograr la Eucaristía,
una centella cayó
y cobró dos tristes vidas,
cuentan que en el Alto Rey
al inicio de una Misa

Habitantes de Albendiego
eran los que morirían,
de ese lugar de la sierra
subían de romería,
sin saber por donde entraba
cayó aquel rayo en la ermita
los fervientes que allí estaban
vieron la llama asesina.
Habitantes de Albendiego
subían de romería.

Pasado el primer momento
aterrados muchos se iban
y algunos más valerosos
a los graves atendían,
a los leves evacuaban
y curaban sus heridas
en una tarde de perros
de una oscuridad muy fría,
pasado el primer momento
a los graves atendían.

Quince fueron los heridos,
dos por siempre quedarían
sus recuerdos en el pico
de la bella serranía
unos eran de Bustares
otros de Hiendelaencina
alguno era de Pradena
lo dijo la prensa escrita,
quince fueron los heridos
de la bella serranía.

Donde ven unos milagros
otros ven solo energías
donde algunos ven el sino
otros solo sienten ira.
Uno de los fallecidos
a una niña sostenía
con su zurrón la salvó
de la descarga sufrida.
Donde ven unos milagros
otros solo sienten ira.

Esta historia deja claro
que cuando te llega el día
ni con quicio ni con santos
de morir nadie se libra.
No le demos ya más vueltas
a nuestras egolatrías
solo estamos de prestado
disfrutemos de la vida.
Esta historia deja claro
de morir nadie se libra.

Camino de Pescadores


En la memoria queda la senda al transitar,
si con el tiempo en ella recuerdo ha de quedar
el caminante estela, pudo al pasar dejar
las notas del viajero que obtuvo del lugar.

Difusa la leyenda con sus letras plasmara
algunas añoranzas la memoria dejara,
en unos cuantos versos estrofas dibujara
parajes de la sierra sita en Guadalajara.

Desde el norte se llega camino al mirador
el pico de Alto Rey nos muestra su esplendor
su falda con los pueblos todo su alrededor
y el descenso del río con su leve rumor.

Si encuentras la vereda podrías acceder
hacia donde la ruta parte hasta descender,
por el tenue sendero llegándose a perder
se aproximará el día, viene el amanecer.

Entre las peñas surge corto el lento vagar
llevándonos con ese pausado caminar
por aquel vericueto zigzagueante andar,
cauces en entre ríos se deben encontrar.

El San Cristóbal llega con suave y tenue fluir
el Bornova recibe y agradece el diluir,
la garganta se agranda pues en su discurrir
ha moldeado el cauce su curso el devenir.

El descenso de aromas y sabores exhala
de romero y cantueso sus olores iguala,
con sus verdes colores a la orilla regala
la bucólica umbría donde el sol le acorrala.

Esas aguas fluyendo van junto a la ribera
con alegres colores de la luz mañanera,
con los cantos las aves traen la primavera
todo envuelve de magia y alegría su vera.

Hacia el sur la vereda te lleva el caminar
donde con el descenso podrías alcanzar,
con un salto sus aguas deberán continuar
al seguir por su curso llegarán a la mar.

Río arriba unas ruinas se podrán contemplar,
otros tiempos lejanos el cauce hizo empujar
con la fuerza sus aguas la turbina girar
su energía a las minas hacía trabajar.

Con las vetas ocultas en la profundidad
el argento en su entraña guardará soledad,
el metal que extrajeran con su gran calidad
de las minas el pueblo tomó su identidad.

Camino de Villares su molino algún día
labor de siega y trilla con la muela molía,
en mula el molinero para el horno subía
en el pan la tahona la harina convertía.


Esta ruta del río ya por hoy se termina
la tarde acaba y queda por subir la colina
la que llega a la alcarria por la cuesta tan pina,
al final llevará hasta Hiendelaencina.

Romance de los tres hermanos


Cuentan entre los serranos
que en los remotos albores
los primeros moradores
eran díscolos hermanos,
en parajes castellanos
discurrían sus peleas
por pueblos y las aldeas
de la zona les veían
las disputas que tenían
con tanta mala ralea.

El padre encolerizado
una maldición hacía
a los tres desearía
estar lo más alejado,
y cada uno acompañado
de su propia vanidad
en días de claridad
cerca del cielo olvidados
como montes elevados
sentirán su soledad.

El mayor es el Moncayo,
el mediano es Ocejón,
aunque menos mocetón
atrayendo al veloz rayo,
a través y de soslayo
está el pequeño Alto Rey
los lugareños su ley
la aceptan de muy buen grado
los pastores con agrado
a él suben toda su grey.

Romance de la cabrada

En la Plaza de las Cabras
en un tiempo ya olvidado
se reunían dos pastores,
con los perros y el ganado
marchando con la cabrada
con el zurrón y el cayado
hasta las verdes dehesas
buscaban el rico prado
y el pastor va con las chivas
al monte despreocupado.

Porque sabe que le esperan
seres queridos y amados
que cuidaran la cosecha
en terrenos cultivados,
y limpian la cochinera
con los puercos agobiados,
mientras que en el gallinero
los palos siguen manchados,
los huevos de las gallinas
recogen con mil cuidados.

La cabrada se despliega
por el terreno pactado,
Las Añadas, La Poveda,
San Martín y por el vado
que cruza el Arroyo Rama,
y algún huerto no cercado.
Atardeciendo ya llegan
hasta aquel zoco empedrado
los cabreros con su grey
tras haberlas pastoreado.

Así marchaban los días
en esos tiempos pasados
respetando a los mayores,
respetando los legados
de normas que las hicieron
unos seres abnegados
al buscar el bien común
entre vecinos honrados,
compartiendo sus esfuerzos
y el agua de sus sembrados.